El corcho es un material muy presente en nuestro día a día, imprescindible
en el sector del vino y utilizado también como material de construcción, ya
sea como aislamiento o en forma de revestimiento decorativo.
Este preciado material se obtiene del Alcornoque (Quercus suber ) y
su producción se recoge cada nueve años, convirtiéndose su "saca" en todo un
ritual.
Estamos en época de saca, desde finales de mayo hasta finales del mes de
junio, por lo que nos hemos desplazado a la dehesa extremeña a realizar este
reportaje del curioso proceso de la "pela".
Los trabajadores de este sector están muy especializados, ya que la
extracción de la corteza del alcornoque debe realizarse con sumo cuidado
para no dañar la arboleda.
Todo el proceso es manual y la única evolución que ha sufrido en décadas ha
sido la sustitución de los burros por tractores para cargar y retirar el
producto del campo; por lo demás, se siguen utilizando el hacha y la palanca
que, junto con la destreza de los sacadores, son las herramientas que
consiguen hacer el fino trabajo.
Se trabaja por parejas o "colleras" y mientras uno de los operarios
permanece en el suelo, el otro se sube a la cruz del árbol para desprender
la parte alta de la corteza. La técnica se basa en la realización de
precisos cortes y un trabajo muy organizado en equipo.
Además de la larga cuña en forma de vara que tiene cada cuadrilla, las
hachas contienen en la punta del mango otra cuña con la que ayudarse en las
operaciones de desprendimiento de las piezas o "panas" . Comienzan por un
corte perimetral a media altura, que dividirá la saca en dos medias partes
del tronco. A partir de ahí, la parte baja será cosa del operario de suelo,
mientras que la superior se realizará en equipo. El trabajador que se sube
al árbol realiza los cortes y se ayuda con la cuña del hacha para desprender
los trozos, mientras que el compañero, desde el suelo, le ayudará con la
cuña y tirando con las manos de las piezas. En cada árbol pueden estar diez
minutos. Una vez sustraído el corcho, toca cambiar de alcornoque.
Todo el proceso está establecido como un trabajo en cadena. Los operarios
que pelaron el árbol se han ido a continuar la saca en otro ejemplar y es
ahora cuando aparece un nuevo trabajador que realizará un correcto apilado
provisional. Se trata de despiezar correctamente aquellas panas que se
extrajeron demasiado grandes y de separar las piezas buenas del bornizo y
los pedazos, de peor calidad, que serán vendidos a un precio diferente. A su
vez, el operario colocará todas las panas bocabajo, para evitar una pérdida
rápida de humedad, que provocaría un menor peso del material y la
consiguiente pérdida de valor. El corcho se pesa en quintales castellanos;
un quintal equivale a 46 kg.
Apilado provisional a pie de corte, a la espera de la recogida por el
tractor. Todas las panas están colocadas bocabajo.
Los tractores van recogiendo las pilas de panas de cada árbol.
El tronco desnudo recién pelado presenta un color marrón claro amarillento que se irá tornando al rojizo a los pocos días. Con el paso de los meses volverá a lucir su característico gris pardo. En la imagen pueden apreciarse los sutiles cortes que se han marcado en el tronco, inevitables en el proceso de extracción.
El tronco desnudo recién pelado presenta un color marrón claro amarillento que se irá tornando al rojizo a los pocos días. Con el paso de los meses volverá a lucir su característico gris pardo. En la imagen pueden apreciarse los sutiles cortes que se han marcado en el tronco, inevitables en el proceso de extracción.
Cuando los cortes se realizan más profundos, se producen heridas que pueden
traducirse en abultamientos del tronco. En la imagen se aprecian las
imperfecciones producidas en la saca anterior (hace nueve años).
Los tractores trasladan la saca a una explanada donde estará esperando el
camión de transporte. La carga de un camión se lleva varias horas de trabajo
y los operarios deben ser experimentados para conseguir una equilibrada
colocación, que evite accidentes en carretera.
Una vez cargado todo el corcho, queda la operación de peso en la báscula,
antes de partir hacia la industria transformadora, donde será convertido en
tapones para botellas y material de construcción.
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Mi nombre es Ángel Méndez, arquitecto y paisajista apasionado de la
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