En publicaciones anteriores repasamos algunas
claves para el ahorro de agua, la automatización de riegos o la reducción de
enfermedades en las plantas. Hoy continuamos con una serie de consejos para
conseguir reducir al máximo las labores de poda, siega y demás trabajos de
jardinería.
A menudo observamos cómo se mantienen los
setos de separación de propiedades perfectamente podados para ofrecer un
aspecto de jardín cuidado. Esto obliga periódicamente a sus propietarios a realizar
labores que, además de requerir tiempo y esfuerzo físico, generan gastos en la
gasolina o electricidad consumida por las podadoras, la necesidad de transporte
de los desechos y la posterior limpieza de la zona. Pero, ¿realmente debemos
mantener los setos podados para que den un aspecto de jardín cuidado?. Quizá
debamos cambiar un poco el concepto para llegar a apreciar que una barrera
vegetal naturalizada puede ser tan atractiva
o más que otra sometida al corte perfecto de la poda. Evidentemente, en
espacios reducidos puede ser aconsejable el corte, pero cuando la superficie
del jardín lo permita, no debemos temer al crecimiento natural de los árboles. Dos especies muy aconsejables por sus
resultados son Cupressus sempervirens
y Cupressocyparis
leylandii.
Los setos bajos delimitadores de espacios
también pueden ser transformados conceptualmente para reducir las necesidades
de atenciones. En este caso es importante contar con especies vegetales de
crecimiento lento, que serán las perfectas aliadas de nuestra planificación. El
boj puede ser una magnífica elección para este tipo de barreras.
Algo parecido puede llegar a ocurrir con las
praderas de césped. A la gran mayoría de los propietarios de jardines les
parecería extraño dejar partes del césped sin segar, pero debemos apuntar que
se pueden conseguir efectos sorprendentes dejando algunas zonas crecer de forma
natural. Por ejemplo, segando solamente caminos de paso o explanadas de
estancia y dejando el resto de la siembra como praderas naturales. Otra opción,
es dejar varios macizos sin segar, en forma de “isletas”, que aportarán al
jardín pinceladas de naturaleza. No obstante, la mejor medida para el bajo
mantenimiento y la sostenibilidad es la drástica reducción de superficies de
césped. Aunque pueda pensarse que en geografías donde las condiciones climáticas
sean favorables, se pueda mantener de
manera sostenible por las pocas necesidades de riego respecto a climas más
secos, lo cierto es que su mantenimiento no solamente está en los aportes de
agua, sino en todas las labores complementarias que necesita y que requieren de
un elevado consumo energético.
Como regla general, podemos decir que debemos
procurar naturalizar los diseños a medida que nos alejamos de los edificios. Es
decir, que podemos permitirnos realizar composiciones un poco más artificiales
en las inmediaciones de las construcciones, pero a medida que nos alejamos de éstas será
todo un acierto ir desechando especies que no sean autóctonas o que requieran de
muchas atenciones para poder lucir perfectas en el jardín. Un área verde bien
planificada puede llegar incluso a requerir solamente algún riego puntual al
año y muy pocas atenciones de poda.
Sirva de ejemplo muy ilustrativo la imagen de
presentación. Un solar urbano abandonado puede convertirse en una perfecta
pradera de flor sin necesidad de riegos ni labores de mantenimiento; aprendamos
entonces a aprovecharnos de la propia inercia de la naturaleza.
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