Continuamos con la serie de post dedicados al
BAJO MANTENIMIENTO en los jardines y en esta ocasión repasando unas sencillas
directrices a seguir en las instalaciones del riego automático.
Podemos pensar que con una instalación automática
ya está todo hecho en cuanto a los aportes de agua para nuestro jardín.
Realmente, si un riego no está bien planteado puede no ser un buen aliado para
el bajo mantenimiento.
Al margen de la comprobación de presión
necesaria, caudal, tipo de agua u otras cuestiones técnicas, nos vamos a
centrar en las claves del bajo consumo que podríamos resumir en:
Sectorizar según
las necesidades de cada diseño
No podemos pretender realizar una instalación
que riegue todo nuestro jardín a la vez y lo haga de manera eficiente. El
primer inconveniente que vamos a encontrar si lo hacemos así es que,
probablemente, nos quedemos sin presión. Tampoco todas las zonas tendrán las
mismas necesidades de agua, por lo que con un riego global unas zonas recibirán
más agua de la que necesitan y otras se quedarán a medias.
Es por ello que debemos establecer varios
sectores, que trabajarán de forma alterna y con diferentes condiciones.
Fundamental para ello servirnos de una centralita que controle las diferentes
áreas, los caudales y los tiempos.
Ayudará mucho agrupar plantas por similitud
de necesidades hídricas. De esta manera nos aseguraremos de que el riego sea
eficiente para todas y cada una de ellas.
Se nos puede dar el caso de plantaciones que
en perfecta convivencia requieran de dos sectores diferentes. Un ejemplo muy
claro sería el olivo que se encuentra en mitad de una pradera de césped. Los
tiempos del riego por aspersión del césped serán insuficientes para que tome el
agua necesaria el olivo, por lo que haremos llegar hasta éste un ramal del
riego por goteo con caudal y tiempos diferentes.
Regar por las
mañanas o por las noches
Es importante tener en cuenta que si regamos
en horas de exposición solar, se producirá una evaporación que estará
provocando pérdidas. Un riego nocturno mantendrá la humedad de la tierra por
más horas con menos cantidad de agua.
Igualar presiones
Si los sectores los realizamos simplemente
extendiendo ramales que pudiéramos decir “acaben un punta”, siempre vamos a
tener más presión y caudal al inicio de la tubería que al final de ésta. Con un
sistema dispuesto de esta manera vamos a tener riegos muy descompensados, con
plantas a las que no llegará el agua de manera correcta.
Es por ello que debemos realizar todos los
sectores en “anillo”, consiguiendo así que en toda la tubería tengamos la misma
presión. Incluso un parterre lineal de varios metros de distancia debe ser
resuelto de esta manera. Si bien, la tendencia sería colorar un ramal a lo
largo de este parterre, lo correcto será cerrar el anillo, aunque se trate de
una franja estrecha, es decir, que la tubería vaya y vuelva para conectarse de
nuevo en el ramal de su acometida.
Reducir los riegos
progresivamente
Esto es algo que ya comentamos en el post
anterior. Las plantas van teniendo menos necesidades de agua a medida que se
van adaptando al lugar, así que debemos controlar esta cuestión y adaptar
caudales y tiempos de riego a las necesidades reales de nuestro jardín.
Incluso, lo más probable es que en
determinadas épocas del año tengamos que llegar a desconectar por completo el sistema,
todo dependerá del tipo de jardín y del lugar.
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