El hogar nos da cobijo, sosiego y
nos proporciona nuestro espacio vital de intimidad. Da igual de qué apasionante
viaje regresemos, siempre que lo hagamos a nuestro hogar, pues el simple hecho
de cruzar sus puertas nos llenará de serenidad.
Pasamos gran parte de nuestra
vida en él, compartimos su espacio con nuestros seres queridos y, en muchas ocasiones,
recibimos la visita de los amigos. Realmente nuestro hogar es un pilar muy importante
en la vida.
Por tanto, debemos prestar la
atención que se merece a tan vital espacio. No podemos descuidar nuestro
entorno más cercano, debemos mimarlo, pues todo aquello que se entrega es lo
que se recibe.
¿Qué podemos hacer para
conseguirlo?, hay muchos factores que suman, pero como este blog trata de lo
que trata, nos centraremos en el paisaje.
Creo que mucha de la
responsabilidad recae en primer lugar en los arquitectos. Si quien concibe y
diseña nuestra casa no la visualiza como un futuro hogar, mal vamos.
Con independencia de si hablamos
de una vivienda unifamiliar, un bloque residencial colectivo, una casa de campo
o un loft en un espacio abuhardillado, los que hacemos arquitectura tenemos la
responsabilidad de crear residencias saludables. Saludable será en este caso
sinónimo de entrada de luz, de ventilación natural cruzada y, como no, de
relación con el entorno. Y es en esa
relación con el entorno donde podemos conseguir muchos beneficios si
conseguimos sacarle partido a la integración del paisaje en la arquitectura.
Partimos de la base de que en
cualquier vivienda podemos y debemos incorporar plantas, aunque sea en poca
cantidad y pequeñas macetas si las posibilidades de espacio son escasas. Pero a
partir de estos mínimos, hay que intentar que el verde gane espacio en nuestro
hábitat, cediéndole un sitio que realmente le pertenece.
Es cierto que en la arquitectura
se ha potenciado en los últimos años la tendencia de mirada hacia el paisaje,
pero aún queda camino por recorrer. Cada vez se habla más de huertos urbanos,
jardines verticales e, incluso, bosques que colonizan edificios. Realmente no
sería necesario llegar a extremos como este último, pero sí que se hace
necesaria la implantación del verde en las viviendas como algo habitual, que se
asuma como parte de nuestra cultura.
Desde mi forma de entender estas
necesidades y como yo suelo enfocar mis trabajos, es a través de la integración
y la conexión. Integrar no es suplementar y me explico…
Podemos proyectar una vivienda
centrando todo el diseño en la arquitectura, pensando que después vendrá un
jardín. Ese es el gran error que se viene cometiendo desde hace mucho tiempo.
Debemos pensar en verde desde el mismo momento en el que empecemos a realizar
los primeros bocetos de la casa. Si actuamos con conciencia de paisaje
envolvente comenzarán a aparecer en nuestras viviendas elementos enriquecedores
como zaguanes de acceso ajardinados que sirvan de transición entre el exterior
y el interior; espacios en los que los límites se confundan agradablemente,
patios de luz que se conviertan en telones de fondo verdes para el salón o
simples zonas de paso…terrazas que contengan “trocitos de campo” evocadores del
contacto con la naturaleza…
Para conseguir que la
arquitectura nos pueda transmitir estas experiencias, debemos adaptarla desde
el principio. Tal vez debamos pensar que un acceso a la vivienda no será el que
directamente nos comunique con el hall o el salón, sino con un pequeño patio donde
una fuente y plantas de sombra refresquen el ambiente. Quizá, tengamos que
añadir una caja acristalada que divida en dos el salón y consiga introducir el
jardín dentro de éste. ¿Por qué no hacer que el propio jardín parta en dos
parte de esa arquitectura para que ambos espacios compartan protagonismo?.
Quien dice el jardín, dice un estanque; que maravilla poder observar como una
prolongación de la lámina de agua se introduce en la arquitectura…
Todo esto se hace imposible en
jardines suplementados, que no se hayan concebido integrados.
Recursos hay muchos, ideas
infinitas, el secreto está en prestar atención al jardín e invitarlo a compartir
funcionalidad con la arquitectura.
Pero después de la arquitectura
viene la decoración, la organización de espacios, la adaptación del medio a
nuestras necesidades. ¡Qué placentero puede llegar a ser ir por la mañana
temprano a la cocina a tomar el primer café y encontrarnos con plantas
aromáticas en pequeñas macetas! Esos pequeños momentos, esas sensaciones nos
recargan las pilar. Las aromáticas nos servirán después a la hora de cocinar y
estarán, a su vez, ayudando a purificar el aire.
En cuanto a los huertos urbanos,
otra maravilla a nuestro alcance. Y no debemos pensar en ellos como los
sustitutos de nuestra compra en el supermercado, porque probablemente entonces
nos veamos frustrados al ver que las cuentas no salen. Debemos verlos como
experiencias del día a día, como parte de la enseñanza a los niños sobre la
importancia de la naturaleza, como una ilusión continua por ver cómo van
creciendo las hortalizas que más tarde acabarán en nuestra mesa superando todo
un reto… Ese es el sentido, el de las experiencias agradables del día a día,
que es lo que nos vamos a llevar de aquí.
Para mí, de nada sirve una casa
con piscina y jardín donde la arquitectura mira hacia un lado y las zonas
verdes hacia otro. No me llena un espacio verde si sólo veo verde y no puedo
percibir los olores, los matices de los colores o las esencias de un verdadero
hogar. Está muy bien abrir una ventana y ver paisaje, pero es mejor aún que ni
siquiera haga falta abrirla, porque el paisaje ya forme parte de las miradas
cruzadas en la vivienda.
Vamos por el buen camino, pero
aún debemos evolucionar para que la existencia de hogares con paisaje sea una
tónica general y no una excepción.
¿Te apetece ver uno de mis jardines en YouTube?. Te cuento las 7 CLAVES que me llevaron a diseñar este JARDÍN MEDITERRÁNEO con PISCINA:
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Mi nombre es Ángel Méndez, arquitecto y paisajista apasionado de la creación de espacios con magia. Te invito a seguir este blog y a echar un vistazo a la web del estudio, donde podrás encontrar algunos de mis trabajos.
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