En las
adecuaciones de jardines, es muy habitual la realización de jardineras de
fábrica de ladrillo. Muchas de estas jardineras se realizan apoyando sobre
muros ya existentes previamente, como pueden ser los de la fachada de la
vivienda o del cerramiento de parcela.
Al
margen de que estos elementos deban impermeabilizarse correctamente y tener un
pequeño cimiento en el arranque del murete, existe un punto débil que debemos
reforzar si no queremos tener sorpresas desagradables. Se trata de la unión de
la jardinera con la pared; al tratarse de elementos independientes, es muy
fácil que se acusen en este encuentro los movimientos del asentamiento de la
fábrica más reciente o los propios provocados por la expansión de los suelos en
invierno y la posterior contracción en verano.
Algo tan sencillo como taladrar el muro de apoyo
e introducir unas varillas de acero, previa aplicación de resina epoxi, nos
proporcionará el anclaje necesario entre ambos elementos. Los trozos de varilla
que sobresalgan de la antigua pared quedarán embutidos en el mortero de cemento
de unión entre las hiladas de ladrillo de la jardinera y, de esta manera, no se
producirán desprendimientos que provoquen una grieta entre ambas fábricas.
Si
tenemos muy pocas hiladas de ladrillo que reforzar, será suficiente realizar la
operación en un par de ellas, pero si se trata de una jardinera de más envergadura,
lo conveniente sería colocar una varilla cada dos o tres alturas.
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